Cuando ya tenemos en frente la Cuarta Revolución Industrial, la educación hasta ahora empieza a enfrentar la Tercera Revolución Industrial (la computación, automatización y el uso del Internet).

Este fenómeno se presenta debido a la llegada de la pandemia derivada de la COVID 19. Esta situación mundial nos llevó a lo que se denomina como un «apagón analógico», el cual hace referencia a que por un momento dejó de existir la posibilidad de continuar con la forma tradicional de la educación (análoga).

​Claro, aún observamos que la respuesta que la educación tuvo que dar a esta necesidad de dejar temporalmente las instalaciones físicas, fue nuevamente análoga. No solamente porque muchos de los estudiantes tuvieron que continuar sus estudios con copias físicas del material, sino porque los colegios lo que hicieron, en un inicio, fue replicar las mismas metodologías que utilizaban en las instalaciones físicas, pero ahora a través de Internet.

Ese comportamiento es conocido como «digitalización». Es decir, digitalizamos las clases tradicionales, pero no las evolucionamos.

​Si bien la COVID 19 aceleró el proceso de uso de tecnologías digitales en los procesos de enseñanza, evidenció que ni los colegios, ni los maestros, ni las familias estaban preparadas para un uso intensivo y estratégico de dichas tecnologías digitales en la educación.

​Hay brechas en el acceso a las tecnologías digitales, pues hay familias en donde los tres hijos deben utilizar el mismo celular de los papás para conectarse a las clases virtuales (eso cuando tienen el dispositivo y la conexión a Internet), pero a la vez hay negocios de internet que no pudieron abrir sus puertas a menores de 14 años para temas de tareas.

​Hay brecha de conocimiento de las tecnologías digitales por parte de los maestros, pues no estaban acostumbrados a utilizarlas para sus procesos de aprendizaje.

​Hay brecha en los colegios, pues sus métodos de enseñanza no habían evolucionado en décadas.

​Y si bien tenemos todas esas brechas, es necesario comprender que las tecnologías digitales no se van a ir y la educación tendrá que incorporarlas, pues son más los beneficios que los perjuicios relacionados.

​Si no reaccionamos de forma proactiva, la brecha que se venía cerrando en torno al acceso e incluso en torno a la calidad volverá a abrirse.

​De esta forma, como resultado de esta investigación se identifican los siguientes retos.

​LLAMADOS A LA ACCIÓN

​¿Cómo aportar en la incorporación de las tecnologías digitales en la educación pública?

¿Cómo cerrar la brecha de acceso haciendo uso de soluciones alternativas comunitarias?

​¿Cómo apoyar a los docentes para que incorporen las tecnologías digitales en sus procesos de enseñanza?

​¿Cómo evolucionar las metodologías ara sacarle mayor provecho a las tecnologías digitales en medio del contexto actual?